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Mostrando las entradas de septiembre, 2010

Here comes the sun

Hoy fue en definitiva un día de epifanías (o Estefanías, como bien he oído que se les llama ahora). Tras aseverar, a gritos y por vigésimoquinta ocasión, que mi verdadera vocación es ser coverera de canciones de los Beatles (mientras le daba el último trago a mi bohemia obscura), resumí en un párrafo el drama de mi vida: "no sé lo que quiero, pero sé que no quiero sufrir por estupideces todos mis lunes y todos mis miércoles". Si he de sufrir, tendrá que ser por algo menos pavote que una cebolla.

Viens, Malika

Me dio hipo, tengo hipo. Y como solución me puse a ver un programa sobre diabetes en la televisión local. Y me adjudiqué todos los síntomas (con excepción de la cintura de más de 90cm y la mugre alrededor del cuello). No es mala, la televisión local. A pesar de todo. Es mejor que Telever, definitivamente. Aunque claro, eso no es decir mucho. Todo es mejor que Telever: mi hipo es mejor que Telever. Creo que fue el vino. Es decir, el vino me dio hipo. El vino --tres copas-- fue la solución a mi amargue del día. Amargue que no venía a cuento porque no recuerdo haberme enojado por nada. Sólo por la gente y la lluvia, y el frío y la chica que saluda de beso tres veces al día, la miseria administrativa , la mujer que no hace su trabajo y encima no contesta el teléfono, la tos del vecino. En fin. Yo. También yo, como siempre. Y luego, no encontrar "la comprensión" en quien tiene que darla. Porque hay "quien tiene que comprender" ¿no? Bueno. No, claro que no. Pero mi ser am
Llevo tres horas esperando a que lleguen unas visitas viajantes que necesitan un crash en mi casa. Mientras, hago como que trabajo y me quedo mirando a la pantalla como autista. Llevo horas así, lo juro. En estos días decidí algunas cosas: que ya no me queda tiempo aquí y que en vez de sulkear al respecto voy a disfrutar mi casa. Me encanta mi casa. Esa es otra decisión. Así que me dedicaré en estos meses a invitar gente y observarlos mientras disfrutan de mi casa. Porque se disfruta. Aun cuando hace calor. Aun cuando, en las fiestas, la gente se apelmaza en el pequeño espacio de la cocina. Aun cuando esté llena de hormigas y otras alimañas. Y luego está el pueblo. Maldito pueblo romántico. Las nubes, el atardecer, los músicos callejeros (lugar común 1, lugar común 2, lugar común 3). Y hoy ni siquiera hubo blues dominical, todo por la espera de las vistas, yo creo. Sigo en ropa de salir porque tengo la esperanza de que lleguen todavía y quieran ir a tomar algo. Entonces mi domingo si

Teamforest: home (05:34 AM)

No son horas de estar escribiendo aquí. Hace frío, son las 5 de la mañana, hay una hormiga rondando la computadora y el té que me acabo de hacer se quedó hirviendo más de diez minutos porque lo estaba olvidando quitar de la estufa (¿o debería decir: "estaba olvidando quitarLO de la estufa?"). Debería estar durmiendo. No debí haberme despertado hace una hora con la certeza de que todo está mal. Tampoco debí haberme puesto a hacer acertijos numéricos de los que vienen en esa revista que lleva meses en mi buró y que ya me sé de memoria (la revista, con los acertijos nunca he podido). Sorprendentemente a esta hora sí hay internet. Espero que sea porque ya funciona y no porque a esta hora no tiene otra cosa que hacer más que funcionar. Eso significaría que esta es la hora a la que tengo que ponerme a escribir, y sólo de pensarlo me da cansancio. No sé qué es lo que me despertó: los nervios o los piquetes que tengo por todo el cuerpo. Imagino que el bicho culpable estará brincando

Stay loose 2.1

A veces me pregunto si la demás gente también tiene que decidir todo el tiempo sobre el rumbo de su vida, porque en la mía el asunto parece no tener fin, y a veces siento que me cansa. ¿En algún momento se detiene? ¿No puedo simplemente decidir un trabajo, una ciudad, un novio, una vida y ya? ¿siempre voy a querer cambiar? ¿siempre voy a necesitar cambiar? Me aflige mucho pensar en que pronto tengo que saber qué hacer conmigo. Otra vez. Y me aflige que la gente me pregunte si ya lo sé o ya lo decidí. No me molesta. Simplemente me angustia porque siento que debería tener una respuesta y que si no la tengo me voy a ver desenmascarada en mi falta de planeación vidil. (ja!) Y claro, como es normal, la gente pregunta todo el tiempo. Obvio. Si no lo sé yo, ¿quién podría saberlo? (eso se parece un poco a algo que me decía mi mamá de chica, cuando me preguntaba algo que yo debería saber y yo no quería contestar: y si no es a ti, ¿a quién le pregunto entonces? Y qué, ¿tengo que saber?