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Mostrando las entradas de septiembre, 2012
Siempre he sentido que soy de una torpeza emocional gigante, pero creo que sólo ahora pude encontrar ese adjetivo que lo define perfecto: torpe. Es como no entender y no saber nada de lo que pasa adentro de mi cabeza o -lo que sea- que es lo otro que no es la cabeza y que también está dentro. Y es así. No entender nada. No saber qué estoy sintiendo. No poder hablar nada, sobre todo no poder hablar nada, como si no hubiera nada. Pero está mal, porque hay mucho adentro que se queda  atorado en el pecho y que sólo sale en forma de llanto idiota y torpe. Y enojo. Enojo por cosas que ni siquiera me enojan, pero que de repente toman el lugar de todo lo demás, porque es más fácil así. O porque sí. Y entonces qué. Drama desperdiciado. Lágrimas negras gastadas para nada. Lección no aprendida. Igual no podré explicarlo. Igual lo vuelvo a hacer mañana. Berrinche incomprensible. Problema no resuelto. Mierda.