Entradas

Mostrando las entradas de marzo, 2010

every day is like sunday

Hoy entró un pájaro a mi casa. Por unos minutos pensé que iba a ser uno de esos episodios mortificantes, que tendría que acercarme a él y tratar de sacarlo, que él se iba a confundir y se iba a golpear contra todo infinitamente. Por fortuna, encontró la salida rápidamente, y yo me quedé en el mismo lugar donde estaba, pensando en lo que hubiera tenido que hacer. Al final aquí sigo, en el mismo lugar donde estaba, yo no sé qué tienen los domingos, que nunca sé qué hacer con ellos. Ya salí y me dí mis vueltas por el pueblo, cargando la cámara "profesional" porque ya es hora de empezar a usarla. Hoy por fin me tomé la molestia de leer el manual, o por lo menos las partes que eran necesarias para hacer un uso medianamente básico del aparatejo. Al final no tomé más que una foto, me imaginaba que habría verbenas populares en la calle porque es domingo de ramos, pero fuera de las bolas de gente caminando por todas partes no hallé nada particularmente interesante que fotografiar más

16. Manos

Esto de escribir todos los días, aunque lleve pocos haciéndolo, me hace darme cuenta de mi volubilidad. Hoy pensaba que cualquiera que lea algunos de mis textos anteriores podría perfectamente diagnosticarme depresión crónica (lo bueno es que mi madre olvidó el link a este blog, de otra forma ya estaría instalada a mi lado). Extrañamente, no siento que esos textos reflejen cómo me siento en mi día a día, y en realidad este no es un periodo en el que me sienta deprimida, más bien, creo, se refieren a un estado de ánimo más abstracto, como a algo que va más allá de lo bien o mal que me haya ido en el día, un sentimiento mucho más generalizado, pues. Hoy, por ejemplo, no podría sacar de mi uno de esos textos, no me siento así y no puedo encontrar en mí ese tipo de sensaciones. Hoy, muy al contrario de los días anteriores, empecé super contenta, manejé con la música a todo volumen, canté a grito pelado y me sentí muy bien porque antes de las 9 ya había ido al banco, alimentado al perro de

15. Ya sé

Es que vivir aquí es como Teziutlán en los días de feria. Y eso sólo me vino a la mente después que hace rato recalenté unas garnachitas istmeñas que me dieron como itacate en la fiesta del viernes y todo empezó a oler como a casa de mi abuela en las noches, cuando nos hace de cenar lo que sea que se nos ocurra o que nos obligue a comer, para rematar con un café con leche y unas campechanas super crujientes. Desde que llegué este pueblo me recuerda un poco a aquel otro. Es el frío, supongo, o la comida, o la sensación de calor familiar y el olor a casa de mi abuela; o encontrarse a gente en la calle entre semana buscando qué hacer, como cuando en Teziu subían todos a la feria y pasaban enfrente de mi casa. Es extraño, nunca pensé tanto en esas épocas y nunca las he extrañado realmente, pero ahora las recuerdo con una nostalgia rara, como si allá estuviera, aunque no esté, mi casa, o más bien mi hogar.

14. Mudanzas

Hoy hice cuentas y me dio gusto recordar que oficialmente estaré acá casi seis meses más. En verdad disfruto vivir aquí (aunque cuando lo miro con mi lado negativo siento que no estoy viviendo aquí lo suficiente, pero eso es harina de otro costal). Y no sé ni siquiera por qué lo disfruto tanto. La gente, el ambiente de pueblo, la familiaridad de las cosas, lo fácil que es recorrer todo de punta a punta... El caso es que me dio gusto y un poco de ansiedad pensarlo, ¿y después qué? ¿qué viene, qué quiero que venga? Por lo pronto ya encontré casa, o ya casi -falta que se la arrebate en un pleito callejero a otra mujer que también piensa que ya encontró casa- mañana lo sabré. La casa es grande, bonita, con una cocina hermosa, y un spare room con dos camas. Tiene un jardín interior super lindo y un corredor con techo de vidrio que quiero llenar de macetas que no podrán jamás pasar de él. Creo que no tiene horno y eso sí lo lamentaré, porque en el último año me ha dado por poner a prueba mi

13. Día tonto

Dadas las quejas que he emitido en este blog acerca de lo poco que me gusta mi actual casa, debería estar feliz de comunicar que finalmente me iré de aquí, pero en realidad hoy que lo sé estoy muy enojada, y es que ni siquiera lo he decidido yo, sino que mi casero tuvo a bien decidir no renovarme el contrato porque, resulta, doy mucha lata. Y es que llevo tres semanas sin poderme bañar con agua caliente, y cuatro días sin luz en la planta alta... ¿y quién no daría lata por eso? Al parecer a nadie de los que viven aquí les parece molesto o incómodo eso, así que bueno, voy para afuera en menos de un mes. En realidad el día fue horrible. Sorprendida y enojada por la noticia, salí desde temprano (la 1PM!) a buscar departamento y el sol quemaba espantosamente, vi dos departamentos, dos, ho-rri-bles y me desanimé por completo. Así me fui al mercado y compré una cantidad absurda de lechuga y otras verduras, tal vez esperando curar mi enojo cumpliendo uno de mis propósitos de la semana, y me f

12. Instrucciones para decir que no

No sé decir no. No sé decir que no quiero hacer algo, o que no quiero ir a algún lugar o que ya no pienso seguir en algo. Por miedo, o por pura soberbia tal vez, ¿por no caer mal? ¿Por dejar de ser dispuesta y complaciente? ¡Dios! No es que siempre lo haga, pero muchas veces me embauco en cosas de las que no estoy totalmente convencida sólo porque no sé cómo safarme. Le doy vueltas, balbuceo excusas flojas y al final cedo. A tal punto cedo que me autoconvenzo de que en realidad sí quiero hacerlo o de que no estaría probar algo nuevo (o continuar algo, o hacer algo por alguien, o X). También es verdad que no nunca hago nada que me parezca aberrante, pero sí me he visto en situaciones absurdas y nada triviales de las que pude haber escapado si hubiera a) reconocido y aceptado mi sentimiento de no querer algo y b) atrevido a decirlo. Sin excusas, sin disculpas, sin sentirme mal por eso. Hoy, sin embargo, abandoné algo que traía dándome vueltas en la cabeza porque en realidad no estaba con

11. Lo que tiene que cambiar

Y en respuesta a esa pregunta tan poco trivial, van algunas respuestas, con toda la trivialidad de la que soy capaz en estos momentos: 1. Mi estrés. Últimamente ando tan estresada que todo se me voltea. No sé ni por qué me siento así, tampoco es que esté administrando el flujo vehicular del distrito federal, pero de repente me doy cuenta de que las semanas pasan y los meses se terminan y yo no me calmo, no me siento a pensar, no me relajo, no me organizo. 2. Mi concentración. Debido al punto uno, siento que no tengo tiempo de nada. En realidad tengo mucho tiempo en mis manos, pero se me va la vida y no logro concentrarme en hacer algo y terminarlo. Hago mil cosas y nada al mismo tiempo, y me estreso pensando en que debería aprovechar mi tiempo libre para hacer algo importante. Y entonces tiene meses que no puedo terminar un libro ---no uno en especial: cualquiera,tengo 6 libros a medio leer al momento; no puedo escribir en este blog por dos días continuos; no puedo oir música tranquila