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Mostrando las entradas de febrero, 2010

10. La muerte de las plantas

Recientemente se murieron 3 plantas en mi casa. La última, una palma que parecía ser almighty, nomás un día decidió empezar a recargarse a la pared y ponerse amarilla, de un amarillo igualito al del muro (bastante feo, por el camino). No sé qué pasa, uno de los teléfonos murió también, (además de mi celular) y también otra planta que no sé qué era,pero que desde el principio se le veía una tendencia a enroscarse y obscurecerse sin motivo aparente. Mi departamento me gusta, no mucho, porque siento que tiene un aire de provisional, y entonces me recuerda a que todavía no vivo aquí de forma definitiva. Las plantas le dan un aire más lindo, aunque siempre he sentido que no tengo el suficiente buen gusto para ponerlas en el lugar adecuado, y tal vez ellas los sienten y por eso mueren. Lo mismo me pasa con la parte de arriba --- aquí explico que mi departamento tiene dos plantas (menos las tres que murieron)--- esa planta no muere, pero como que quiere estar bonita y no puede. No logro arreg

9. Es lo que hay

¿Así voy a ser siempre?

8. Los brazos rotos

Debido a mi jardín interior, que, como todos saben, tiene un carácter melodramático, tiendo a hacer una serie de cosas que se pueden calificar como lugares comunes. Llorar en las películas es una de ellas, y querer tener una vida atormentada y apasionante es otra. Lo de llorar se me da bastante bien, por lo menos cuando se trata de llorar por los dilemas ajenos. Sólo hay que verme ante una película de Almodóvar, o un simple chick-flick. Y no es porque llore mucho, pero sí es que lloro en momentos tristes, con historias épicas de amor trunco y con los simples ratitos lindos, como una escena de un ciego bajando un escalón por primera vez, o la larga escena de abrazos no rotos en la sala de llegadas del aeropuerto de Heathrow. Lo otro, lo de querer tener una vida atormentada y apasionante es algo menos consistente, pero recurrente. Digamos que me viene y me va de vez en cuando y sólo porque de repente me doy cuenta de que las cosas – o sea, mi vida- tienden a acomodarse de un modo más bi