13. Día tonto

Dadas las quejas que he emitido en este blog acerca de lo poco que me gusta mi actual casa, debería estar feliz de comunicar que finalmente me iré de aquí, pero en realidad hoy que lo sé estoy muy enojada, y es que ni siquiera lo he decidido yo, sino que mi casero tuvo a bien decidir no renovarme el contrato porque, resulta, doy mucha lata. Y es que llevo tres semanas sin poderme bañar con agua caliente, y cuatro días sin luz en la planta alta... ¿y quién no daría lata por eso? Al parecer a nadie de los que viven aquí les parece molesto o incómodo eso, así que bueno, voy para afuera en menos de un mes.

En realidad el día fue horrible. Sorprendida y enojada por la noticia, salí desde temprano (la 1PM!) a buscar departamento y el sol quemaba espantosamente, vi dos departamentos, dos, ho-rri-bles y me desanimé por completo. Así me fui al mercado y compré una cantidad absurda de lechuga y otras verduras, tal vez esperando curar mi enojo cumpliendo uno de mis propósitos de la semana, y me fui con mi bolsa pesadísima a tomar una cerveza, imaginando mil respuestas que fulminarían el orgullo de mi casero, mientras pensaba en que de seguro voy a terminar pagando tres veces lo que pago aquí por un lugar que tampoco me va a gustar. También, por supuesto, me enojé porque la casualidad no me puso enfrente el departamento perfecto quince minutos después de haber empezado a buscar (¿qué espera para hacerlo?) y después seguí haciendo berrinche por mil cosas más.

Sólo en algún momento medio fugitivo me vino a la mente la idea de que lo único que necesitaba era un empujón, y que seguro un cambio me va a venir excelente. Pero en un momento olvidé toda pizca de optimismo y seguí con mi lloriqueo.

En días como estos me doy tanto vuelo que pienso que no no debería pasarlos sola, pero igual no puedo imaginar a alguien que podría soportarme.
Pastora los define perfectamente: "hoy tengo un día de esos majaderos en que me cae mal to' el mundo y que lloro porque quiero, que el desorden me acompaña, que el descuido me amenaza, que me arrimo a la nevera y no me apetece nada de nada..."

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