La quinta vuelta
Llegar a correr 5 vueltas a la pista de tarkán se ha convertido en mi mini objetivo de las últimas semanas. La pista mide 400 metros, y la última semana logré correr 4 vueltas y 200 metros no sin acabar con un fuertísimo dolor de caballo y la cabeza dándome zumbidos.
Los deportistas que me lean (no creo que sean muchos) pueden parar aquí y mover la cabeza en reprobación. No es nada lo que estoy corriendo ya lo sé. Pero para alguien que en sus 31 años no había corrido nada nunca, es algo. Algo y punto.
Me preguntaron el otro día por qué correr. Una de las razones es la sola idea de que mi cuerpo me va a cobrar un día todas las horas que paso al día sentada sin mover los músculos. Y ya, cualquier ejercicio podría servir para eso. Pero correr siempre ha sido para mi algo odiado, algo "que nunca haría" porque me parece tonto, aburrido y -claro- dificilísimo. Aquí debo acotar que además yo no soy de esas personas que disfrutan el ejercicio. Yo sufro, y mientras lo hago estoy anhelando que termine. Los ejercicios individuales me aburren, los de equipo me agobian, así que nunca he participado en ninguno a menos que haya sido por obligación escolar.
Lo curioso entonces es que parece que me estoy tomando esto como una prueba de que puedo ser más disciplinada de lo que soy. Bueno, no parece. Así es: llevo meses sintiéndome agobiada por mi indisciplina, libros a medio leer, cursos a medio tomar, blog olvidado, falta de inspiración etc. Todo eso me hace sentir que no soy capaz de exigirme nada y entonces me regaño y me impongo castigos correctivos, entre ellos correr en las mañanas, es decir, hacer algo que siempre odiado, en las mañanas. De algún modo estoy tratando de pagar mis inconsistencias yendo a correr, y siento que si logro disciplinarme en eso, se transferirá a otros aspectos de mi vida. Así que pensando en todo eso y con cara de circunstancia, le doy vueltas a la pista 3 o 4 días a la semana. Voy aumentando una vuelta cada 2 semanas y así ya llegué a 4 (y media). Y aunque ya tendría que estar corriendo 5 y no lo he logrado, claramente he visto avances en mi condición física, y sobre todo en mis ganas de ir. Porque de alguna forma ya no me parece tan tonto ni tan aburrido, como si hubiera probado una comida que siempre había dicho que no me gustaba sólo porque se veía fea y que en realidad no molesta comer.
Lo que no es muy claro aun es el impacto en mi disciplina de vida. Sigo luchando contra la falta de inspiración y los libros a medio leer. Me sigo agobiando y poniendo de mal humor al final del día por no conseguir avanzar tanto como quisiera.
Ja. Extrañamente la ecuación Correr = Leer y escribir más y mejor y más rápido no es necesariamente cierta.
*Castigos correctivos, really. Sólo no lo quito porque creo que resume la forma tan culposa que tengo de narrarme a mi misma.
Los deportistas que me lean (no creo que sean muchos) pueden parar aquí y mover la cabeza en reprobación. No es nada lo que estoy corriendo ya lo sé. Pero para alguien que en sus 31 años no había corrido nada nunca, es algo. Algo y punto.
Me preguntaron el otro día por qué correr. Una de las razones es la sola idea de que mi cuerpo me va a cobrar un día todas las horas que paso al día sentada sin mover los músculos. Y ya, cualquier ejercicio podría servir para eso. Pero correr siempre ha sido para mi algo odiado, algo "que nunca haría" porque me parece tonto, aburrido y -claro- dificilísimo. Aquí debo acotar que además yo no soy de esas personas que disfrutan el ejercicio. Yo sufro, y mientras lo hago estoy anhelando que termine. Los ejercicios individuales me aburren, los de equipo me agobian, así que nunca he participado en ninguno a menos que haya sido por obligación escolar.
Lo curioso entonces es que parece que me estoy tomando esto como una prueba de que puedo ser más disciplinada de lo que soy. Bueno, no parece. Así es: llevo meses sintiéndome agobiada por mi indisciplina, libros a medio leer, cursos a medio tomar, blog olvidado, falta de inspiración etc. Todo eso me hace sentir que no soy capaz de exigirme nada y entonces me regaño y me impongo castigos correctivos, entre ellos correr en las mañanas, es decir, hacer algo que siempre odiado, en las mañanas. De algún modo estoy tratando de pagar mis inconsistencias yendo a correr, y siento que si logro disciplinarme en eso, se transferirá a otros aspectos de mi vida. Así que pensando en todo eso y con cara de circunstancia, le doy vueltas a la pista 3 o 4 días a la semana. Voy aumentando una vuelta cada 2 semanas y así ya llegué a 4 (y media). Y aunque ya tendría que estar corriendo 5 y no lo he logrado, claramente he visto avances en mi condición física, y sobre todo en mis ganas de ir. Porque de alguna forma ya no me parece tan tonto ni tan aburrido, como si hubiera probado una comida que siempre había dicho que no me gustaba sólo porque se veía fea y que en realidad no molesta comer.
Lo que no es muy claro aun es el impacto en mi disciplina de vida. Sigo luchando contra la falta de inspiración y los libros a medio leer. Me sigo agobiando y poniendo de mal humor al final del día por no conseguir avanzar tanto como quisiera.
Ja. Extrañamente la ecuación Correr = Leer y escribir más y mejor y más rápido no es necesariamente cierta.
*Castigos correctivos, really. Sólo no lo quito porque creo que resume la forma tan culposa que tengo de narrarme a mi misma.
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