El miedo no anda en burro

Yo sí soy de esas personas que ven burro y se les antoja viaje. Es más, soy de esas personas que tienen envidias escondidas, y que cuando ven que alguien más hace algo, también quiere hacerlo. Y que se ponen tristes cuando eso pasa, porque sienten que se les está yendo una gran oportunidad. La Gran Oportunidad.

No es malo, no creo que sea malo. Estoy tentada a hacer de este post un recuento de dichos populares para explicar mi punto con el clásico: “the grass is always greener on the other side of the fence”, pero no lo haré. (Y además creo que con enunciar mi tentación y mi negativa a caer en ella me libro del lugar común) (ja!).

El punto en realidad se explica así: cuando alguien cercano a mi cambia, y me refiero a cuando alguien toma una decisión de vida que implique un cambio radical o simplemente importante, me dan ganas de cambiar a mi también. Quiero, yo también, tomar una decisión de vida radical y drástica y encontrarme en esa situación emocionante en la que uno siente muchas cosas y tiene fuertes corazonadas. Empiezo a sentir que esa es la respuesta, que estoy perdiendo mi tiempo. Y entonces me dan ganas, casi siempre, de irme a vivir a un país extranjero, emprender aventuras nuevas, ponerme a sufrir de nuevo y ser profunda, reflexiva y esperanzada. (ja! -De nuevo)

No sé por qué soy así. Sí sé que tengo una tendencia, digamos, pronunciada, a no tomar decisiones a largo plazo, y que el pensar en una estabilidad me angustia y me pone nerviosa. Y entonces pasa lo que pasa: que los cambios a mi alrededor me recuerdan ese lado obscuro que no se está quieto y que sólo se duerme por temporadas. Y entonces se me antoja el viaje otra vez, aunque ni siquiera sé si lo quiero de veras.

Luego pasa que, como hoy, me acuerdo que yo hace muy poco tiempo tomé una decisión así (¿tal vez llevada por un impulso envidioso viajeburril?). Y que si bien no me mudé a un país extranjero otra vez, sí me fui a un estado que a veces parece serlo. Y que no conocía a nadie y que no sabía cómo iba a ser la vida, y que no planeé muchas de las cosas (o ninguna) de las que estoy viviendo haciendo ahora. Nervios, miedo, esperanza… todo incluido.

Es mi propia versión de la drama-adicción que padece mi querida Natasha: me convenzo a mi misma de que quiero algo que no estoy segura de querer. Y sólo porque pienso que la vida siempre puede ser más emocionante y más feliz.

Comentarios

José dijo…
Ya no seas tan envidiosa. (Aunque a mí me pasa lo mismo) (ja!)
Anónimo dijo…
Baldhor ha dejado de publicar...
¿acaso twitter se ha llevado todo el crédito?

Peponious Monky

P.D. Ok. Leeré antes de comentar (la próxima vez)
cele dijo…
Simplemente... Me encanta!!
=)

Entradas más populares de este blog

Diez años