Claro. Yo, como pienso que el mundo gira alrededor mío, no me doy cuenta de los procesos ajenos. Hasta que me los echan encima como balde de agua fría. Y entonces me quedo inmóvil: sin saber qué hacer, ni qué querer, ni cómo arreglarle. No sabiendo siquiera si quiero arreglarle. No entendiendo nada de mi, y mucho menos del mundo de afuera.
Parece broma, pero de repente no me entero ni siquiera de qué es lo que está mal. No sé por dónde empezar a pensar las cosas y me ahogo, en lo mismo. Absurdo.
Insomnio absurdo.

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