Mamá el mechón, préndeme el mechón
Estar viviendo esta desintoxicación celular sabiendo que pronto se terminará y que en pocos días tendré en mis manos un nuevo aparato. Desintoxicación telefonil falsa de falsedad.
Luego está el tipo que tose en la casa de al lado y que parece que está adentro de la mía. Y el día turístico-amiguil-familiar-intensoso que me puso de buenas y nerviosa por igual. La pizza con chile habanero y el baile danzón marimbero con las viejitas en la plaza y el tipo del micrófono que no dejaba de gritarme para que me diera una vuelta.
Y la voz de Eros Ramazzoti con "son las cosas de la vida", que por alguna razón está en mi cabeza desde ayer. Y el bajón de sábado en la noche que se siente como de domingo en la tarde: ganas de sentirme triste para escribir en el blog y sentarme frente a la computadora y no tener nada qué decir. Y las dudas sobre las cosas importantes y el no querer tomar decisiones, decisiones para qué.
Cansancio, arrastrado de días o semanas. Y seguir sin encontrar una novela que leer por las noches. Y de repente extrañar y luego nada.
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