If I was young I'd flee this town
Con el riesgo de que este blog pierda su vocación de ser una colección de quejumbres dominicales, no quiero dejar de escribir hoy, que recibí una inesperada dosis de optimismo de esos (paradójicamente)domingueros que se van haciendo un poquito tristes al final del día.
Hoy todo fue como una canción de Beirut: un poquito feliz y un poquito triste, pero de una belleza: las paredes azul y amarilla que se ven desde mi ventana cuando me despierto, las albahacas que ayer se me estaban muriendo y hoy amanecieren sorprendentemente rejuvenecidas, y hasta la colonia de hormigas con la que me estoy acostumbrando a cohabitar esta casa.
Siento que el más reciente capítulo de de mi vida se está acabando, y me siento tan incierta sobre lo que viene que me da miedo pensar en que ya tengo que empezar a pensar qué haré.
Por alguna razón --que sé que tiene que ver con todas las decisiones que tomo y dejo de tomar---siempre me encuentro en esta situación de incertidumbre, y de querer que alguien me diga que hay una puerta abierta por ahí para jalar para algún lado. Es como mi versión de deporte extremo: no saber qué hacer y decidir mi vida, toda mi vida, en el último momento y por segmentos.
Después de haber estado un poco adormilada por más de un mes, esta semana me sentí como refrescada por una brisa inesperada, estoy mucho más sensible, estoy leyendo mucho más atentamente y me siento inspirada, pero al mismo tiempo me siento asustada: de repente me dí cuenta de que ya pasó muchísimo tiempo dese que llegué aquí y no he hecho ni la mitad de las cosas que se me antojaba hacer. Y luego pienso en que me encanta estar aquí, me encanta mi casa, me encanta mi barrio y me encanta este domingo, pero no sé cómo conservar todo así, en este estado tan intemporalmente blissful.
Comentarios
Buena noche para usted (reverencia y salida).
:D luego encontre tu blog, y me dije, bueno, somos dos, o muchos mas, preguntando la misma cosa
saludos