3. Del lado de acá

Estar lejos me hace sentir que el tiempo pasa más. No más rápido ni más lento, simplemente más.
No hace ni tres días que volví de Xalapa y ya siento que llevo mucho tiempo aquí otra vez. Mi vida en el lado de acá está totalmente aislada de todo. Tiene sus propios comienzos y finales que no comparto todavía con el lado de allá; y eso, aunque se siente bien, me recuerda cómo fácilmente puedo separarme de todo, cómo yo misma evito mezclar esos mundos para que todo permanezca intacto, y así poder tener una colección de esferitas de lados distintos y gente ajena entre sí.
Hoy quisiera no sentirme tan lejana. Hoy me siento como que el regresar a mi esferita es un poco egoista. Quisiera estar allá en serio, aunque sea desde aquí, otra vez con mi familia porque sé que me necesitan, o que necesitan saber que estoy con ellos (aunque muy probablemente lo saben).
Sé que puedo ir en todo momento (tampoco es que esté en Siberia) pero en estas circunstancias me incomoda la idea de tener para mí un espacio sólo mío, donde mi vida puede correr, si la dejo, libre de angustia y tristeza. Qué más da... aunque no debiera, me siento culpable.

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