Aquí voy, otra vez, volviendo a la vida nómada e intentando volver a escribir, no sé por qué no lo había hecho ya, el cambiarme, el escribir. Creo que estaba cansada de lo primero y de lo segundo no sé, aburrida, temerosa de decir siempre lo mismo. Pero aquí vuelvo a las andadas, a las caminadas. De nuevo en una nueva ciudad y sintiéndome extrañamente confundida. No sé por qué lo hice esta vez, no sé si lo quería realmente, creo que sentí que no tenía muchas opciones y quería trabajar, o más bien, seguir construyendo algo. Porque ahora sí es diferente, siento que no abandoné todo y empecé de cero, y tal vez por eso es que no entiendo qué hago acá. ¿Para qué dejar todo si no quiero empezar de cero? Es algo inusual. Soy algo inusual, qué más da.
Ahora vuelvo a mis preguntas de antes, unas que en medio del delirio de la mudanza y los múltiples cierres de los meses anteriores se habían callado un poco. Qué quiero, qué estoy buscando, ¿estoy huyendo de algo? ¿estoy siguiendo algo? Todas, obviamente, siguen sin respuesta, no sé para qué me aflijo. Ahora quisiera solamente sentir que esto tiene sentido, ver todo claro y saber, realmente saber que hay una razón para esto, y que este es un principio de algo muy bueno y todas esas cosas que se quieren para la propia vida. Lo malo de ese deseo es que me hace estar en un estado de expectativa ansiosa típica de esa que escribía antes aquí todo el tiempo: quiero hacer mil cosas pero no sé ni qué hacer ni por dónde empezar, además no sé a quién preguntarle e, inconveniente y contradictoriamente, me siento muy perezosa como para echarle ganas.
Empiezo bien, empiezo mal. No sé, estoy un poco asustada y no quiero que se me vaya mi estrella de la suerte.
Ahora vuelvo a mis preguntas de antes, unas que en medio del delirio de la mudanza y los múltiples cierres de los meses anteriores se habían callado un poco. Qué quiero, qué estoy buscando, ¿estoy huyendo de algo? ¿estoy siguiendo algo? Todas, obviamente, siguen sin respuesta, no sé para qué me aflijo. Ahora quisiera solamente sentir que esto tiene sentido, ver todo claro y saber, realmente saber que hay una razón para esto, y que este es un principio de algo muy bueno y todas esas cosas que se quieren para la propia vida. Lo malo de ese deseo es que me hace estar en un estado de expectativa ansiosa típica de esa que escribía antes aquí todo el tiempo: quiero hacer mil cosas pero no sé ni qué hacer ni por dónde empezar, además no sé a quién preguntarle e, inconveniente y contradictoriamente, me siento muy perezosa como para echarle ganas.
Empiezo bien, empiezo mal. No sé, estoy un poco asustada y no quiero que se me vaya mi estrella de la suerte.
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