Helter Skelter

When I get to the bottom I go back to the top of the slide where I stop and I turn and I go for a ride, 'till I get to the bottom and I see you again

Natasha dice que ella es drama-addicted y que es por eso que los eventos de su vida siempre, invariablemente, le pegan intensamente, en formas gloriosamente excesivas, inimaginables, indescriptibles y de un romanticismo a veces impensable para estas épocas. Yo, que soy su compañera de altibajos y que me carteo con ella constantemente -como hacían los Románticos en sus tiempos- me impresiono con la facilidad que tiene para enamorarse intensamente, por lo menos cada dos meses, de un hombre distinto. Me impresiona su fuerza para sufrir a gritos y romper vasos y botellas y para después integrar todo a su colección de experiencias vividas -y vívidas.
Me impresiona porque yo tiendo a vivir todos mis dramas hacia adentro. Casi nunca he sido protagonista de desastres amorosos, peleas pasionales o pleitos arrebatados. Y a veces, cuando la leo a Natasha, siento que a mi vida le hace falta un poco -y sólo un poco- de esa irracionalidad. Entonces me pregunto por qué las historias de mi vida son siempre tibias y amigables; me pregunto por qué siempre me quedo callada cuándo me enojo y por qué no corro y grito cuando quiero conseguir algo.

Estas semanas han sido de cambios en mi vida, cambios muy buenos, new acquaintances y muchas tardes lluviosas. Ando un poco desubicada pero en una forma buena, como si el cambio que llegó de forma tan repentina no fuera más que parte del ritmo semestral que lleva mi vida desde hace unos 4 años y que se ha vuelto una especie de necesidad.
Es raro, porque tengo muchas razones para estar contenta, y sí lo estoy; pero también siento que en muchos aspectos sigo bloqueando una parte de mí que necesita drama y unos cuantos excesos sentimentales.
La felicidad no puede ser sólo estar contenta por las cosas que me pasan, o que -ok, me voy a conceder ésta- hago que me pasen, sino que también debe ser -la felicidad- algo un poco más triste y más intenso... como la salida a la superficie después de haber estado bajo el agua mucho tiempo.
Es la falta de emoción la que me hace sentir extrañamente vacía.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Diez años

El miedo no anda en burro