Venado

Para decir las cosas habría que saber qué decir y cómo decir. Pero a mi todo se me atora en algún lugar entre la panza y el pecho. Y no digo nada, ni siento nada. Y el tiempo sigue pasando y yo sigo sin sentir nada hasta que de repente todo se empieza a atropellar y me doy cuenta de que a mi alrededor hay gente que piensa y siente cosas y las dice.
Y yo no. No digo nada. No siento aunque sienta y no me dé cuenta.
Y miro. De repente, todo ya pasó. Y se acabó. Así, sin más.


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