"Cuando pierdo es porque lo necesito y cuando gano es porque lo merezco"

A decir de mi amigo P: una de las máximas de la vida.

Llevo varias semanas tratando de escribir unos recuadros, little pieces of useful information, que formarán parte del informe para el que estoy trabajando.
Se supone que esta parte de mi trabajo es la que disfruto y la que le da sentido a toda la angustia y la miseria administrativa: la parte sustantiva, la parte en la que no soy administradora sino que puedo indagar, investigar, analizar y *lo que siempre he dicho que me gusta hacer* escribir. Pero -carajo- me está costando demasiado trabajo. Claro, no he tenido tiempo, no tengo tiempo suficiente para concentrarme y cuando me concentro suena el teléfono y tengo que hacer mil cosas más, por lo tanto cuando escribo tengo que hacerlo sin esperar a que me llegue la inspiración (lo cual, todo lector de este blog ya debe saber, me es muy difícil).
Hoy, hace unos minutos, me di cuenta de que el problema con el más reciente de mis recuadros es que no tiene ninguna conclusión. Estoy atorada con un escrito que pinta bastante decente y está casi terminado, pero que no va a ninguna parte justamente porque carece de conclusión y por lo tanto no dice nada y no sirve de nada.
De alguna forma este descubrimiento repentino hizo click con la máxima de P. y, como todo, lo traspasé a mi vida: me di cuenta de que en mi vida esa máxima está patas arriba. Estoy necesitando aprender a perder y a sacar conclusiones de esas derrotas y me estoy quedando corta, mientras por otro lado he ganado mucho, de repente no estando tan segura de merecerlo y, otra vez, sin saber sacar conclusiones de eso.
Las cosas pasan, y yo siento que me quedo igual, como si no me pasaran a mi.
Sí, que me lluevan los regaños: en esa frase hay un chorro de culpa y de autoflagelamiento. Pero es eso lo que siempre traigo adentro, mezclado con montones de inseguridad repentina y la buena onda con la que habitualmente me descargo y me río de todo y vuelvo a empezar.
Así funciono y no sé por qué no aprendo a ir dejando cosas, a no tener miedo, a ganar cuando lo merezca y a perder cuando lo necesite.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Diez años

El miedo no anda en burro