Con mis tenis enlodados

Estoy haciendo la maleta para las esperadas “vacaciones“ en Tuxtla. No estoy nada emocionada, un viaje de trabajo, tres días edecaneando en una conferencia internacional que pintaba bien pero que ya está manoseadísima... como todo.
De cualquier modo, la maleta. Es algo extraño porque a veces tardo años empacando, escogiendo, doblando. Y otras, como hoy, no tardo nada. Metí todo lo que tengo y por alguna razón me estresé. No estoy segura de qué ponerme en el día uno, en el día dos y en el día tres y me da miedo quedarme sin ropa. Aunque llevo por lo menos tres alternativas para cada día.
La maleta está llena. Y es que estoy pensando escaparme a Xalapa, no terminar la conferencia e irme un día antes. Por eso llené la maleta y por eso metí todo lo que tengo.
Hay semanas como éstas en las que todo me da miedo y todo me da inseguridad el hoyo ha seguido y viene y se queda por tonterías. Además no tomo decisiones hasta el último momento y quiero dejar abiertas las opciones.
Ayer, por ejemplo, soñé que alguien que no recuerdo, una mujer, se caía de una silla en la que estaba subida para colgar algo en la pared. Luego pasaba una serie de cosas y todo salía mal. Ni siquiera sé qué, pero todo salía mal. Luego olvidé todo y más o menos salía corriendo del lugar. Con mis tenis enlodados.

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