7. Pedrito el tonto o las tribulaciones de una niña de treinta años.
Acá en San Cris hay, por lo menos, 5 estaciones cristianas en el cuadrante radiofónico (las otras opciones son: la estación de la marimba, la estación noticioso-cancioneropicot cuarentas, cincuentas y algo más, Raggeaton 94 -de la cual confieso que soy asidua escucha- y la opción "pop" (entrecomillado porque más bien es un refrito de Universal Stereo mezclado con música clásica a la hora de la comida).
Normalmente trato de evitar las estaciones cristianas, pero en ocasiones es casi imposible no quedarse oyendo lo que se oye... "mujer, obedece a tu marido, quien es el interlocutor entre Dios y tú", "Debes tener fe porque Dios sabe lo que haces cuando estás solo en tu cuarto"... and so on.
Hoy me chuté la historia de Pedrito el tonto antes de bajarme del coche. Pedrito era un muchacho que mató a un pato accidentalmente con una bola de beisbol y no se atrevía a contárselo a su mamá; sufrió el martirio de ocultar un secreto hasta que decidió decírselo sólo para darse cuenta de que ella había visto el asesinato patil desde el principio. La madre lo absuelve y Pedrito se libra de sus tormentos, tras haberse mostrado tal como era.
Ese Pedrito el tonto me caló en una forma extraña. (Aguas, no es que me esté volviendo evangélica---pude reirme de la música y los efectos de sonido de fondo, y tampoco me tomé en serio la moraleja final)
Siento que traigo cosas que quiero sacar y que no saco porque tengo miedo de pensar en las consecuencias. Siento que estoy en una etapa importante de mi vida pero que no la estoy asumiendo como tal porque tengo miedo, porque no sé si es lo que quiero en definitiva y porque pienso que estoy en un momento en el que tendría que pensar cosas definitivas. Pero por otro lado no me quiero definir todavía, ni quiero ser definida por lo que hago o no hago. Y eso, todo eso, me hace sentir como un chica muy chica, que en el fondo quiere seguir usando tenis, pero usa tacones cuando no la ve nadie.
Normalmente trato de evitar las estaciones cristianas, pero en ocasiones es casi imposible no quedarse oyendo lo que se oye... "mujer, obedece a tu marido, quien es el interlocutor entre Dios y tú", "Debes tener fe porque Dios sabe lo que haces cuando estás solo en tu cuarto"... and so on.
Hoy me chuté la historia de Pedrito el tonto antes de bajarme del coche. Pedrito era un muchacho que mató a un pato accidentalmente con una bola de beisbol y no se atrevía a contárselo a su mamá; sufrió el martirio de ocultar un secreto hasta que decidió decírselo sólo para darse cuenta de que ella había visto el asesinato patil desde el principio. La madre lo absuelve y Pedrito se libra de sus tormentos, tras haberse mostrado tal como era.
Ese Pedrito el tonto me caló en una forma extraña. (Aguas, no es que me esté volviendo evangélica---pude reirme de la música y los efectos de sonido de fondo, y tampoco me tomé en serio la moraleja final)
Siento que traigo cosas que quiero sacar y que no saco porque tengo miedo de pensar en las consecuencias. Siento que estoy en una etapa importante de mi vida pero que no la estoy asumiendo como tal porque tengo miedo, porque no sé si es lo que quiero en definitiva y porque pienso que estoy en un momento en el que tendría que pensar cosas definitivas. Pero por otro lado no me quiero definir todavía, ni quiero ser definida por lo que hago o no hago. Y eso, todo eso, me hace sentir como un chica muy chica, que en el fondo quiere seguir usando tenis, pero usa tacones cuando no la ve nadie.
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