De cambios a medias y otras cosas que me hacen sentirme desesperada
Ya volví a cambiarme de ciudad. En el más puro espíritu Erasmus-Mundusiano respeté los límites semestrales de la vida colegial y me vine a la capital -jaja- esta vez a trabajar, o algo así, porque algo así es lo que necesitaba. Es raro encontrarme tan drásticamente sin tiempo y sin espacio, después de haberlos tenido y desperdiciado tanto en los últimos meses. Ahora estoy aquí, trabajando de 9 a 7, casi sin ver la luz del día metida en una oficina de gobierno. El regreso a casa es penoso porque "casa" es un cuarto en lindo departamento que comparto con una mujer insufrible. No puedo esperar para cambiarme, y la falta de tiempo, las limitaciones de dinero y mi necedad por vivir en esta colonia no me han permitido encontrar un buen lugar para vivir. Es decir, bueno, bonito y barato: Y es que soy fresa y no quiero vivir en una pocilga Y no quiero vivir lejos de mi trabajo para poder irme caminando y no engendrar várices de burócrata Y quiero vivir sola Y quiero empezar a vivir ...