En las mañanas me despierto con un sobresalto. Me doy cuenta que sigo dormida y vuelvo a dormir como nunca lo hacía antes. Por horas. Durante el día. Como si no fuera yo misma. Anoche soñé que un gato se comía a otro gato. Y que otro gato me quería comer a mi. Era otro gato, no el mismo. Y había millones de ellos. Yo los sacaba por la ventana y había más y más adentro de mi casa. A mi me gustan los gatos, pero esos no me gustaban nada. Me desperté llorando. Luego me dormí hasta el medio día. Me desperté y seguí llorando pero ya no por los gatos, sino por la calle, y por la casa y por todas partes.
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