La ventana a la calle
El clima de hoy me recuerda a las tardes en Teziutlán, cuando llovía y se quitaba, y hacia un poco de frio, pero no mucho. Y en las tardes todo era un poco tranquilo, la gente caminaba a hacer cosas, pero sin prisa. El olor de las rosas también me recuerda a Teziutlán, pero una época anterior. La primaria, el jardín de las monjas de la escuela. No me acuerdo del jardín y no me acuerdo de las rosas –es decir, no me acuerdo visualmente, pero cada vez que huelo una rosa me acuerdo de ese jardín y de esas rosas. Me pregunto por qué tengo ese recuerdo tan vago y a la vez tan definido. Me pregunto si es porque fue la primera vez que conocí ese olor. Y me pregunto por qué se me qued ó tan grabado, y por qué no me paso lo mismo con otros. Tal vez me gustaba mucho, pero de eso no me acuerdo. Me gusta asomarme a la ventana de mi nuevo departamento. Me gusta que la ventana dé a la calle. Me gusta ver pasar a la gente, ver llover. No lo había pensado hasta ahora, pero hacia mucho que no t